31 de diciembre de 2011

Las ideas anarquistas y mi tío Javier, votante del PP

Esta es una historia real como la vida misma, un relato que trata de reflexionar sobre esas ideas anarquistas latentes que, aunque resulte paradójico, conforman una conciencia colectiva política, un nexo común que se enraíza en una amalgama de ideas sencillas e incluso evidentes que a su vez son parte nuclear del pensamiento libertario.

Pero comencemos desde el principio, ahora os presentaré a mi tío Javier, ese hombre fiel votante del PP. Javier es un hombre tradicional y como muchos de su quinta septuagenaria, se ha ido convirtiendo en cada vez más conservador y cada vez más receloso de cualquier cambio político o social.

La historia de mi tío Javier ha podido ser la historia de otros muchos hombres de su generación. Dedicó su vida al trabajo, en los talleres desde corta edad, vivió expectante, aunque siempre sin involucrarse, los rápidos cambios que se iban aconteciendo durante la transición y los primeros años de la democracia.

Según me contaron algunos de sus antiguos compañeros de tajo, Javier fue siempre un trabajador ejemplar, aplicado y solidario con todos, ya fueran peones u oficiales. Sin embargo, ya a finales de los 70, mi tío tuvo varios desencuentros con algunos representantes de las estructuras sindicales que entonces emergían con fuerza. Acuerdos sin sentido, engaño a los trabajadores y líderes sindicales que actuaban únicamente por su propio interés fueron algunas experiencias que hicieron que mi tío Javier terminara decepcionado y asqueado de ese movimiento sindical institucionalizado que quedaría retratado a la perfección en los Pactos de la Moncloa de 1977.

Pero continuemos. Mi tío Javier era un currito en toda regla, un trabajador al que toda la familia recordamos, allá a comienzo de los ochenta, ilusionado e ilusionando a todos con un nuevo hombre que se oteaba hercúleo en el horizonte político del país, el hombre de la OTAN ahora no, ahora sí, el padre de la socialdemocracia liberal en este país, Felipe González. Su efusividad, que puede parecer ridícula en la actualidad, solo se podría entender recordando lo que venía a significar Felipe González y el PSOE de los primeros años de la democracia para tantas y tantas personas en este país.